sábado, 9 de abril de 2011

EL NEOLIERALISMO REALMENTE EXISTENTE

Características generales de la estrategia económica neoliberal

René Villarreal (1993:288), reconoce “tres políticas generales, como la apertura, la privatización y la desregulación, que pueden ser caracterizadas en principio como fines de política neoliberal”.
Por su parte, según Gert Rosenthal, secretario ejecutivo de Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), existe un amplio consenso respecto de la caracterización como neoliberales de las políticas puestas en práctica, a partir del decenio de los ochenta, en la mayor parte de los países latinoamericanos.
Los rasgos comunes de estas políticas, señala Rosenthal (1996:2), son los siguientes:

Una manifestación tendencia hacia la liberalización, mayor confianza en las fuerzas del mercado como el principal mecanismo de asignación de recursos, menor intervención de las políticas públicas y mayor coherencia en la formulación de las políticas macroeconómicas. En otras palabras, así como la crisis de los años treinta dio origen a la sustitución de las importaciones y a una mayor intervención del sector público, la crisis de los años ochenta marco el comienzo de un desplazamiento hacia economías más abiertas y orientadas hacia el mercado.

Manuel Aguilera Verduzco (1992:79-80), señala que el esquema neoliberal, denominado también economía de la oferta “en contraposición a una interpretación parcial de la teoría general (de Keynes) que la caracteriza como un sistema de política económica orientado exclusivamente al análisis de la demanda”, tiene varios elementos característicos en su diseño y ampliación:

Primeramente, la política económica ha procurado mejorar el funcionamiento de los diferentes mercados (financiero, de trabajo y de bienes y servicios), reduciendo y, en algunos casos, eliminando los controles gubernamentales. En segundo termino, el diseño de la política económica en este contexto ha reducido el control estatal sobre los recursos económicos y sobre su asignación, a través del proceso de privatización de empresas publicas. En tercer término, la política tributaria se ha orientado fuertemente a impulsar, por medio de reducciones en el pago de impuestos, el proceso privado de ahorro-inversión, entendido casualmente en ese sentido. Y en cuarto lugar, la política neoliberal ha actuado firmemente para tratar de reducir la capacidad negociadora de los sindicatos obreros frente a las empresas.

A su vez, el norteamericano Perry Anderson (1995:9) advierte que la “prioridad inmediata del neoliberalismo era detener la inflación de los años setenta, por lo cual, por ejemplo, los gobiernos de corte neoliberal en Europa, encabezados por Inglaterra de Margaret Tatcher, y por supuesto también la mayor parte de los latinoamericanos:

Contrajeron la emisión monetaria, elevaron las tasas de interés, bajaron drásticamente los impuestos sobre los ingresos altos, abolieron los controles sobre los flujos financieros, crearon niveles de desempleo masivos, aplastaron huelgas, impusieron una nueva legislación anti-sindical y cortaron los gastos sociales. Y finalmente –esa fue una medida sorprendentemente tardía- se lanzaron a un amplio programa de privatización, comenzando con la vivienda publica y pasando enseguida a las industrias básicas, como el acero, la electricidad, el petróleo, el gas y el agua.

Para Alejandro Foxley (1982:6), los programas de estabilización con los que se inicio el tiempo de las políticas neoliberales, sobre todo en Latinoamérica, consistieron en la reducción de los gastos gubernamentales, un menor crecimiento de la oferta monetaria, la devaluación de la moneda nacional y “una política de liberación de precios, de manera que el mercado se transformara en el principal mecanismo de asignación de recursos”. En síntesis, enfatiza Foxley: “la apertura de la economía al comercio internacional y a los flujos de capital, el desarrollo de un sector financiero privado y la drástica disminución de la injerencia del Estado en la economía constituyen elementos fundamentales de los nuevos programas” neoliberales en América Latina, rasgos que, sobre todo, son formulados e impuestos por los organismos financieros internacionales.
En general, con la aparición de la consolidación de este nuevo modelo económico sustentado en el mercado concluye en los países dependientes la época de una economía orientada a lograr el desarrollo económico (o de crecimiento hacia adentro), para ser sustituida por otra donde el ajuste estructural orientada la actividad económica a procurar su inserción en la globalización (es decir, impulsar su crecimiento hacia fuera) y hacerla capaz de cubrir el pago de los adeudos adquiridos con los centros financieros del Primer Mundo, propósito que se convertía en prioridad indiscutible de los países subdesarrollados.
La orientación hacia fuera de nuestras economías, advierten Hans Singer, ha permitido a los países en desarrollo mas que lograr una solución a sus problemas económicos estructurales, “contar con los recursos necesarios para hacer frente a sus compromisos financieros derivados del servicio de su deuda externa” (citado por Aguilera, 1992:91), situación que se mantiene al iniciarse del siglo XXI.

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